En conversación con Cielos de Chile, Ruskin Hartley, director ejecutivo de DarkSky, explora el papel fundamental de Chile en la preservación de los cielos más despejados del mundo.
Ruskin Hartley, CEO y director ejecutivo de DarkSky International (DarkSky) ha dedicado su carrera a proteger los recursos naturales de nuestro planeta. Recientemente Ruskin visitó Chile para reunirse con autoridades locales, representantes de organizaciones no gubernamentales, asociaciones profesionales y organizaciones dedicadas a la iluminación y la contaminación lumínica.
En el marco de una visita –coordinada por la Fundación Cielos de Chile–, recorrió observatorios como La Silla, el Observatorio Las Campanas y el sitio que albergará el Telescopio Gigante de Magallanes. Hartley explica que su visita comenzó en los observatorios porque es donde se inició la normativa sobre contaminación lumínica en Chile. "La comunidad astronómica está muy dedicada a proteger los cielos oscuros como un recurso vital que permite su investigación científica. También reconocen que la población de la región está creciendo y que la economía se está diversificando con el turismo y un sector minero en expansión. La pregunta es cómo podemos impulsar el desarrollo económico de forma que se protejan los valiosos cielos oscuros de la región”, afirma el representante de DarkSky.
Liderazgo de Chile en la protección del cielo oscuro
Chile alberga el Santuario del Cielo Oscuro Gabriela Mistral, uno de los lugares más importantes del mundo para la observación de estrellas y la investigación astronómica. Nombrado santuario en 2015, fue el primer lugar del mundo en recibir esta distinción de DarkSky. El astroturismo ha sido acogido por las comunidades vecinas y Vicuña se enorgullece de ser un destino de categoría mundial para la observación de estrellas. Sin embargo, Hartley destaca nuevos retos: "El santuario está ahora amenazado por el crecimiento de ciudades cercanas como La Serena y Vicuña. Esto nos impulsó a que viniéramos a Chile a hablar con la comunidad sobre cómo vamos a asegurarnos de que estos lugares estén protegidos”.
Durante su visita, Hartley también se reunió con autoridades locales, profesionales y proveedores de iluminación, así como con el mundo académico, para debatir la importancia de aplicar la nueva normativa nacional chilena sobre contaminación lumínica. Hartley destacó positivamente la Nueva Norma Lumínica chilena: "Creo que Chile tiene potencial para convertirse en un ejemplo a seguir. Ha ido más lejos que otros países reconociendo la luz artificial nocturna como un contaminante ambiental, de la misma manera que reconoce los contaminantes comunes en el agua o el aire. Se trata de un importante paso adelante y una razón por la que podemos mirar a Chile en busca de liderazgo”.
Sin embargo, Hartley también reconoció los retos que conlleva una legislación tan innovadora. "Está claro que existen algunos conflictos, pues el tema está repartido entre cinco o seis organismos, cada uno con su responsabilidad. El reto consiste en encontrar la manera de combinar y armonizar estos esfuerzos a lo largo del tiempo, sin perder de vista el objetivo general: proteger el medio ambiente. El objetivo es crear un lugar mejor para todos, seamos pingüinos o personas".
Daniela González, directora ejecutiva de la Fundación Cielos de Chile, destacó la influencia que ha tenido la DarkSky en las organizaciones locales que abogan por la disminución de la contaminación lumínica. “La organización es el mayor referente a nivel internacional en la promoción del cuidado de los cielos oscuros. Y sin duda han sido una inspiración, para comprender el problema de la contaminación lumínica desde sus múltiples dimensiones. Nuestras misiones nos unen, y dentro del trabajo de las organizaciones de la sociedad civil –sobre todo en lo referente al cuidado medioambiental– la asociatividad y el trabajo colaborativo es clave para cumplir nuestro propósito”, mencionó.
La amenaza global de los satélites
Aunque el trabajo de Hartley en Chile se centró en soluciones a nivel de los territorios, el problema de la contaminación lumínica también ha llegado a nuestra atmósfera con la proliferación de constelaciones de satélites. Hartley advirtió de una crisis incipiente. "Hace cinco años, teníamos un par de miles de satélites en órbita. Hoy, nos acercamos a los 10.000, la mitad de los cuales son propiedad de SpaceX. A finales de la década, podríamos tener hasta cien mil".
Esta creciente red de satélites amenaza a la radioastronomía al interferir con sus señales. Además, se ha convertido en un dolor de cabeza para la astronomía óptica, debido a las líneas que estos objetos brillantes dejan en las observaciones astronómicas. Pero también hay impactos medioambientales, como la emisión de carbono a la atmósfera durante los lanzamientos y la proliferación de basura espacial. "Lo que la mayoría de la gente no sabe es que un satélite tiene una esperanza de vida de unos cuatro o cinco años. Esto significa que cada cuatro o cinco años hay que sustituir cada satélite de una constelación".
Según Hartley, aún no se conocen con exactitud los efectos medioambientales de los satélites obsoletos que se queman en la atmósfera, sin embargo, advierte sobre el impacto negativo de la liberación de metales. "La mayoría de los satélites están hechos de aluminio. Cuando se queman en la atmósfera, se depositan en la atmósfera superior. Los científicos saben que el aluminio degrada la capa de ozono, esencial para proteger la vida en la Tierra al filtrar la dañina radiación ultravioleta del Sol", comentó.
Hartley insistió en la urgencia de abordar este problema lo más pronto posible. "Tenemos la oportunidad de resolver un problema antes de que sea demasiado grande. Hemos estado utilizando botellas de plástico y bolsas de plástico que han ido a parar al océano y ahora está lleno de microplásticos. Ya hemos visto esta situación antes, y ahora tenemos la oportunidad de pararlo".
Un llamado a la acción para la conservación
Aunque Chile ha avanzado en la regulación de la contaminación lumínica, Hartley subraya la importancia de que un grupo amplio de actores se sumen, incluidos los sectores del turismo y la conservación. "¿Dónde está la comunidad conservacionista en esta conversación? No sólo las aves, sino la comunidad conservacionista en general", se pregunta. "A diferencia de los retos del cambio climático o la deforestación, la iluminación es relativamente fácil de resolver desde una perspectiva técnica. Utilizando la iluminación de forma más consciente se puede contribuir a resolver esos problemas", argumenta Hartley.
En un mundo donde la oscuridad natural es cada vez más escasa, Hartley invita a Chile a preservar su patrimonio de cielos oscuros. "Está claro que Chile está orgulloso de su patrimonio natural, sus montañas, su fauna y sus aguas prístinas. Proteger sus cielos oscuros es apoyar algo que forma parte de la identidad y de lo que significa ser chileno".