Personas comparten una fogata con un guía Atacameño que enseña sobre Cosmovisión Andina. Crédito Alexis Trigo

 

CIELOS PARA LA CULTURA

 

Grabados sobre una roca pertenecientes a la cultura El Molle. Al fondo el observatorio La Silla.

La arqueoastronomía nos proporciona una idea de cómo las poblaciones ancestrales entendieron los fenómenos celestes y de qué manera estos fenómenos influyeron es sus culturas y en sus vidas. El imponente cielo estrellado fue de vital importancia en la cosmovisión de los pueblos  precolombinos del norte de Chile, quienes a diferencia de los europeos que construían sus constelaciones uniendo puntos de luz, encontraban las suyas en los espacios de oscuridad que hay entre las estrellas.

Las constelaciones andinas representan los animales más importantes de la vida cotidiana de estos pueblos, como la llama, la serpiente o las ovejas; y el movimiento de estas constelaciones a través de la bóveda celeste les indicaba el momento de la siembra y de las cosechas, de sus ritos y festividades. Incluso las almas de los antiguos habitantes del altiplano, al dejar esta vida se unían al "Río de Almas", que es  nuestra Vía Láctea.

Las culturas andinas contaban con centros de observación llamados espejos astronómicos, que se ubicaban en lagunas y en la cumbres de los cerros. Varios sitios arqueológicos pertenecientes a estas culturas se encuentran muy cercanos a los emplazamientos de los grandes observatorios, como la Quebrada Los Tambos, adyacente al Observatorio La Silla, ubicado 160 km al noreste de la ciudad de La Serena, en la Región de Coquimbo.

El estudio de la cosmovisión de los pueblos ancestrales del norte de Chile ha despertado el interés por comprender y experimentar la profunda conexión con el cielo que tenían esos pueblos; por lo que ya se han instalado varios centros de divulgación turística que integran tours de observación y excursiones a poblados y lugares arqueológicos donde se puede apreciar y comprender el cielo nocturno andino, valorizando este patrimonio cultural a través de la mirada de sus antiguos pobladores. 

 

 

Noche de observación y fotografía en el sector del Cajón del Maipo. Crédito Cari Letelier

También el arte y la cultura contemporánea festejan nuestros cielos, ya que son motivo de inspiración para poetas, pintores y cineastas; que han encontrado en su belleza y limpidez un vehículo único de conexión con la naturaleza y sus misterios.

Una forma de arte que atrae cada vez más adeptos a nuestros cielos es la fotografía nocturna, gracias a la cual nuestro país ha recibido numerosas distinciones en eventos internacionales.

Equipados con sus cámaras y lentes, abrigo y una enorme cantidad de pasión por la tenue luz de los astros, esperan pacientemente a que la Vía Láctea se alinee perfectamente con la cima de un cerro o sobre el espejo de agua de un lago, para retratar y compartir ese instante mágico que solo puede vivirse en una noche estrellada desde los cielos de Chile.

 

 

El derecho a un cielo nocturno no contaminado que permita disfrutar de la contemplación del firmamento debe considerarse como un derecho inalienable de la Humanidad, equiparable al resto de los derechos ambientales, sociales y culturales