Johan Eklöf: “Solamente los humanos necesitan luz artificial”
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Cielos Chile
schedule Martes 28 de Octubre
En su paso por Chile para participar en el seminario Noche Zero, el científico sueco Johan Eklöf –referente mundial en el estudio de los impactos de la luz artificial en los seres vivos–, conversó con Fundación Cielos de Chile acerca del valor de la oscuridad y por qué es urgente preservarla.
Johan Eklöf es un científico, escritor y conservacionista sueco. Su trabajo de investigación sobre los murciélagos fue el punto de partida para comenzar a estudiar los procesos naturales que ocurren en la noche. Hoy es uno de los principales expertos en los efectos de la contaminación lumínica en los seres vivos.
En su libro Manifiesto por la Oscuridad, el autor describe el impacto de la luz artificial en insectos, mamíferos, anfibios, plantas y en los humanos. Junto a ello, invita a reflexionar sobre el valor de la oscuridad y a cuestionarnos por qué y para qué estamos iluminando como lo hacemos.
“Todo en la Tierra ha cambiado”, comienza diciendo Johan. “Sin embargo, una cosa se ha mantenido casi constante: el día viene después de la noche y la noche viene después del día. Esto es predecible para plantas y animales.
Hoy los humanos ponemos luces y hacemos los días más largos. Hacemos que las mañanas lleguen más temprano. La verdadera noche y la oscuridad son muy cortas, si es que acaso existen”, explica.
La sobreiluminación artificial, combinada con los efectos del cambio climático, modifica la manera en que los seres vivos percibimos el paso del tiempo y de las estaciones, alterando nuestros ciclos biológicos.
“Solamente hay dos maneras de percibir el tiempo en la naturaleza: la temperatura y la luz”, dice Eklöf. “¿Cuándo deben alimentarse los animales? ¿cuándo deben migrar?¿cuándo deben aparearse? Todo eso está relacionado con la luz y la temperatura”, ejemplifica.
Uno de los grupos más afectados por la contaminación lumínica son los insectos. El exceso de iluminación artificial es uno de los factores que los están llevando a una extinción masiva.
En su libro, Eklöf cita un estudio de 2019 que muestra que el número de especies de insectos disminuye en casi un 3% anualmente. A este paso, en 100 años prácticamente no existirían insectos.
“Es muy difícil saber qué va a pasar realmente, pero probablemente va a afectar nuestra comida. La producción de alimentos es una de las cosas que más vamos a notar”, alerta.
La noche es necesaria para nuestra salud
Pero no solo los insectos se están viendo afectados. El impacto del exceso de luz artificial afecta a ecosistemas completos, incluyendo a las personas. “Los humanos también somos parte de la naturaleza. También evolucionamos en un mundo donde existe luz y oscuridad”, recuerda Johan Eklöf. Sin embargo, actualmente el 83% de las personas vive bajo cielos contaminados lumínicamente, lo que tiene importantes efectos en la salud humana.
Hay estudios que indican que la contaminación lumínica puede aumentar entre un 10 a un 14% el riesgo de desarrollar cáncer de mama. También hay evidencia científica de que aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de próstata.
“El cuerpo no es el mismo durante la noche. Es como cuando tienes jetlag, tu cuerpo se siente raro porque se está tratando de restaurar. Necesitamos luz en la mañana y oscuridad en la noche”, explica Eklöf.
El temor a la oscuridad como un asunto cultural
El pasillo de una casa, una calle poco transitada, un bosque. Pareciera que al caer la noche las cosas cotidianas se volvieran terroríficas. Para Johan Eklöf este es un fenómeno que tiene raíces en la biología humana, pero también en la cultura.
“Dependemos mucho de nuestros ojos, es nuestro principal sentido”, señala. Pero además cree que hay elementos subjetivos. “La luz es siempre algo bueno: ‘el futuro es brillante’, ese tipo de frases. También tenemos todas las películas en las que las cosas malas pasan en la oscuridad. El temor a la oscuridad es algo con lo que de alguna manera nacemos, pero también es cultural”.
Esta visión ha impactado en la manera en que diseñamos las ciudades, tendiendo a sobreiluminar los espacios en búsqueda de aumentar la seguridad.
“Si caminas en la calle por supuesto que quieres ver dónde pisas, quién viene en la calle. Pero no hay estudios que prueben que más luz significa menos crimen, es más una sensación de seguridad. Pero hay mucha mala iluminación, si vas caminando y una luz te encandila, dejas de ver. Eso en realidad es peor”, explica.
La solución al problema de la contaminación lumínica, dice en tono de broma, es “apagar la luz”, aunque aclara, “en teoría es eso, pero en la práctica nadie realmente quiere apagar todas las luces. Sin embargo, hay muchas cosas que se pueden hacer, como cubrir las luminarias para que apunten hacia abajo y no hacia todos lados.
Cambiar el color y la temperatura de la luz por colores más amarillos en vez de blanco”, además recomienda apagar las luces cuando no se están utilizando o utilizar sensores de movimiento. “Solamente se necesita luz artificial cuando hay humanos”, remarca.
Un llamado a cuidar los cielos de Chile
Durante su visita al país, John Eklöf tuvo la oportunidad de recorrer el Desierto de Atacama y visitar el Observatorio ALMA. De esta experiencia destaca la excepcionalidad de los cielos nocturnos del norte del país.
“Manejas 20 minutos en auto hacia la oscuridad y ves el cielo como debería ser. Pero vuelves al pueblo y de repente no hay estrellas. Este es un llamado de atención porque lo que tienen aquí es muy inusual. Solamente uno de cada cinco estadounidenses y europeos puede ver la Vía Láctea y eso es algo que nuestros ancestros veían todas las noches”, destaca.
“Ustedes tienen muchas áreas remotas donde aún es posible observar los cielos oscuros. Están los observatorios y otros países vienen aquí a explorar el espacio. Eso es algo a preservar”, finaliza Johan Eklöf.


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