La ancestral relación entre cielos oscuros y agricultura

Desde tiempos remotos, la planificación de la agricultura se ha relacionado con los movimientos celestes. La observación de los ciclos del sol y la luna ha sido una herramienta fundamental para decidir cuándo sembrar y cosechar. Sin embargo, hoy sabemos que la relación entre los cielos oscuros y la producción agrícola es aún más estrecha y que la protección de los cielos nocturnos de la contaminación lumínica es clave para la seguridad alimentaria.

Desde hace miles de años, los pueblos originarios que habitan la región han potenciado su agricultura a través de la observación de los astros. Pese a no contar con los conocimientos científicos actuales, identificaron cómo la Luna, el Sol, los astros y planetas influyen en las cosechas. Esta sabiduría se ha traducido en calendarios agrícolas-astronómicos que determinan las distintas tareas agrícolas según los ciclos lunares, solares y la influencia de los astros.

Una de las manifestaciones más destacadas de esta tradición es la celebración del Año Nuevo Andino, el 21 de junio de cada año, que coincide con el solsticio de invierno, cuando la posición del sol se encuentra a la mayor distancia del hemisferio sur de la tierra. Para los pueblos originarios de la región, este período marca el fin de la temporada de cosecha y el inicio del nuevo ciclo agrícola.

La agricultura guiada por los astros en Chile

Estos conocimientos ancestrales han sido adoptados en la agricultura moderna, en búsqueda de una producción más sustentable. Durante la primera mitad del siglo XX, emergió la agricultura biodinámica en los campos de Europa, como una respuesta a la industrialización y sus efectos negativos sobre la fertilidad de las semillas y los cultivos.

La agricultura biodinámica, de acuerdo a Demeter –organismo internacional que certifica este método de producción–, se basa en las teorías de Rudolf Steiner y considera al campo como un organismo vivo, donde todos los elementos que se requieren para producir provienen del mismo campo.

Este método, además, toma en cuenta la influencia de los astros en las labores agrícolas, utilizando herramientas como el calendario biodinámico. Este calendario, similar a los calendarios creados antiguamente por los pueblos originarios, divide los días según la posición de la luna y las constelaciones, guiando actividades como la siembra, cosecha, poda e incluso la preparación de compost.

En Chile, en 2023 se estimó que la agricultura biodinámica ocupaba unas 1.250 hectáreas, principalmente en la viticultura, y actualmente, existen ocho bodegas en el país donde el vino se produce a partir de este método de producción que toma en cuenta la observación de los astros.

Un ejemplo de esta tendencia es el Observatorio Tagua Tagua, que de la mano de su director, el ingeniero en física Ian Hutcheon, ha unido la observación astronómica y la producción de vinos. A través de un observatorio turístico en San Vicente de Tagua Tagua y el desarrollo de vinos que se conectan con los objetos y la energía del universo, esta viña ha unido la larga tradición vitivinícola y astronómica de Chile.

Ian Hutcheon explica que, en el caso del Observatorio Tagua Tagua, la conexión de los vinos con los astros se inicia desde la fermentación del mosto, es decir, posterior a la cosecha de las uvas. “Creamos el primer vino del mundo envejecido con meteoritos. Posteriormente, hicimos otro vino, “Taste the Stars” (Saborea las estrellas), un vino expuesto a ondas electromagnéticas del espacio convertidas en audio para que los vinos puedan vibrar con un objeto lejano en el espacio exterior a lo largo un mes”, detalló el director de este proyecto.

Contaminación lumínica y su amenaza a la agricultura

Actualmente, la ancestral relación entre los cielos oscuros y la producción agrícola está siendo seriamente amenazada por la contaminación lumínica. El exceso de iluminación artificial no solo afecta la observación de los astros para la planificación de cultivos, sino que también, la evidencia científica muestra que está impactando negativamente en la producción agrícola en general.   

Los insectos polinizadores, como lo son las mariposas, moscas, abejas, polillas, entre otros, tienen un papel crucial en la agricultura. De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), más del 75 % de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización. Sin embargo, según diversas investigaciones, la contaminación lumínica está interfiriendo en la actividad de los polinizadores nocturnos, siendo uno de los factores del denominado “apocalipsis de los insectos”

En 2017, un equipo de científicos en Suiza buscó conocer cómo la luz artificial podría afectar la interacción entre polinizadores y plantas. A través de la instalación de lámparas LED en huertos, descubrieron que las áreas iluminadas recibían un 62% menos de visitas de insectos y un 29% menos de polinizadores comparado con otras áreas. Además, de acuerdo al estudio, se redujo en un 13% la producción de frutos de las plantas, lo que sugiere que los polinizadores diurnos no pueden compensar la disminución de los nocturnos.

La luz artificial también interfiere en el comportamiento nocturno de los insectos. Una investigación publicada en Biological Conservation analizó más de 200 estudios previos, y concluyó que la luz artificial desorienta el vuelo de los insectos y con ello su capacidad de aparearse, orientarse y evitar depredadores.

En efecto, la contaminación lumínica, sumado al cambio en el uso del suelo, el uso de pesticidas, el cambio climático y la pérdida de hábitats, estaría reduciendo las poblaciones de insectos nocturnos a nivel global. De acuerdo a un estudio publicado en la revista Annals of Applied Biology en 2018, la contaminación lumínica estaría afectando especialmente a los insectos que proporcionan servicios ecológicos cruciales para la agricultura, como lo son el control de plagas y la polinización.

A juicio de Fundación Cielos de Chile, esto demuestra que las acciones para prevenir la contaminación lumínica no solo deben centrarse en las regiones astronómicas, sino que en todo el territorio nacional. “El exceso de luz artificial no solo afecta la observación de los astros, sino también, la evidencia científica demuestra que tiene un impacto en la salud de las personas y en la biodiversidad. La buena noticia es que la Nueva Norma Lumínica –que entra en vigencia en octubre de 2024–, extiende la protección de los cielos nocturnos a todo el país, por lo que hoy el desafío es difundir esta norma y que más actores tomen medidas contra la contaminación lumínica”, afirmó Daniela González, directora ejecutiva de Fundación Cielos de Chile.

De acuerdo a cifras de la Comisión Europea, la polinización animal contribuye en 5 mil millones de euros al año a la producción agrícola de la Unión Europea. En tanto, un estudio publicado por Ecological Economics estimó en US $22.500 millones el aporte de los polinizadores a la economía en América Latina. “Esto demuestra que la prevención de la contaminación lumínica tiene un impacto positivo en nuestras economías y es un componente relevante para el desarrollo sustentable de nuestras comunidades, no solo en norte del país, sino que en todo nuestro territorio”, finalizó la directora ejecutiva de Fundación Cielos de Chile.

 

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