La normativa busca prevenir los efectos de la contaminación lumínica a través de limitaciones al alumbrado exterior en todo el territorio nacional. En este artículo revisamos los principales aspectos técnicos de la regulación que entra en vigencia a partir del 19 de octubre de 2024.
En 2023 se publicó la actualización de la norma lumínica, que comienza a regir en octubre de este año y que busca mitigar el problema de la contaminación lumínica. Su principal diferencia con la normativa que estuvo vigente desde 2014, es que amplía su alcance a nivel nacional, con requisitos diferenciados para áreas fundamentales para la astronomía y la biodiversidad.
¿Qué regula la Nueva Norma Lumínica?
La normativa establecerá restricciones al alumbrado exterior, es decir, a luminarias correspondientes al alumbrado peatonal, que ilumina veredas, parques y áreas comunes; vehicular, presente en autopistas, carreteras y vías urbanas; industrial, destinado a iluminar áreas de actividad productiva; ornamental o decorativo, que ilumina fachadas de edificios y monumentos; y el alumbrado deportivo o recreacional, presente donde se realizan actividades deportivas.
¿Qué establece la Norma Lumínica sobre la porción azul de la luz?
“El azul durante la noche no lo necesitamos, ni nosotros como humanos, ni los mamíferos, insectos o aves. Durante el día, es vital para sincronizar el ciclo circadiano pero durante la noche, esa luz fría no te sirve y es un problema. Uno de los principales cambios que van a ver las personas, es que la nueva normativa limita el contenido de luz azul”, señala Iván Kopaitic, jefe del Laboratorio de Fotometría y Control de Calidad de la PUCV.
La luz está compuesta de diferentes longitudes de ondas electromagnéticas, de las que el ojo humano sólo puede ver una parte acotada correspondiente al espectro de luz visible. El cerebro humano interpreta las diferentes longitudes de onda como colores que van desde el azul al rojo. La radiancia espectral mide la cantidad de energía que una fuente de luz emite en diferentes longitudes de onda en un espacio determinado. A través de esta magnitud, es posible medir la porción azul del espectro visible presente en una luminaria.
En tanto, la temperatura del color es un valor en Kelvin que relaciona la temperatura a la cual un cuerpo negro adquiere un determinado color. A mayor valor en Kelvin, la temperatura del color será más fría.
La Nueva Norma Lumínica establece límites a la porción azul de la luz presente en las luminarias exteriores, a través de restricciones a la radiancia espectral y a la temperatura del color. En el caso del alumbrado peatonal, vehicular e industrial que esté en las Áreas de Protección Especial, la normativa establece el límite de porción azul de una luminaria en un 1%. En el resto del territorio nacional, para este tipo de alumbrado, el límite será de un 7%. “La luz es una mezcla de todos los colores y la composición armoniosa de esos colores hace que uno la vea blanca. Si empiezas a sacar un color, se empiezan a formar colores más visibles: al disminuir el contenido de azul, se empieza a ver una fuente de luz más amarilla o naranja”, explica Kopaitic.
En cuanto al alumbrado ornamental y decorativo, en las Áreas de Protección Especial la temperatura de color no podrá exceder los 2200 K, es decir, similar al color de la luz del atardecer. En el resto del territorio nacional, la temperatura de color del alumbrado ornamental no podrá exceder los 2700 K, una luz con un color similar al de una ampolleta de interior de tonos cálidos. Por su parte, en los recintos deportivos las luminarias no podrán contar con temperaturas de color superiores a los 3000 K o 5000 K, un color comparable con la luz del mediodía.
¿Cuáles son las regulaciones en cuanto a intensidad y dirección de la luz?
Otra de las limitaciones relevantes que imparte la nueva ley es en cuanto a la intensidad luminosa. Esta magnitud, la cual se mide en candelas (cd), representa la energía emitida en una dirección específica, por ejemplo, el flujo de luz que proyecta un poste a la calle.
Respecto a los límites en la intensidad para las luminarias que formen parte del alumbrado peatonal, vehicular e industrial serán hasta 0,49 candelas por cada 1.000 lúmenes de luminaria para aquellas fuentes que tengan un ángulo gama igual a 90°, es decir, aquellas luminarias que apuntan directamente al suelo y que se encuentran cerradas, impidiendo que se escape luz hacia el hemisferio superior.
En el caso de luminarias con un ángulo gama mayor a 90° –es decir, que no apuntan directamente al suelo, o que por ejemplo, permiten que la luz salga desde todos los ángulos como el caso de las luminarias esféricas presentes en muchas plazas y parques–, pueden tener una distribución de intensidad luminosa de 0 candelas, por cada 1.000 lúmenes de luminaria.
“La luz dirigida hacia el cielo es una de las principales causas de la contaminación lumínica. Debemos pensar que toda la luz que se va hacia el hemisferio superior es energía que se desperdicia, pues hacia arriba no tenemos nada que iluminar; al contrario, debería ser el brillo natural de la noche y con eso sería suficiente”, subraya Daniela González, directora ejecutiva de la Fundación Cielos de Chile.
La recomendación a los usuarios es iluminar mejor y sólo cuando sea necesario. Además de optar por luces más cálidas para el exterior y evitar que la luz apunte hacia el cielo, Ivan Kopaitic agrega que es clave mantener la uniformidad: “Hay que procurar que la luz sea uniformemente distribuida en el espacio, de esa forma se puede ver mejor. Por ejemplo, si estás noche con luna llena ves todo, hasta un kilómetro más. Si bien el nivel de iluminación es bajo, al ser uniforme el ojo humano puede ver incluso a larga distancia”.