Tres mega-telescopios se instalarán en el país en los próximos años. En conjunto, suman una inversión total de más de 5 mil millones de dólares. Además del impulso al desarrollo científico, se estima que los proyectos impactarán en la creación de empleos en las comunidades cercanas, impulsando una oferta de servicios asociados a su funcionamiento.
En 1849 se dio inicio a la actividad astronómica en Chile, con la instalación de un observatorio en el Cerro Santa Lucía por el astrónomo estadounidense James Melville. A partir de los años 60, se posicionó a nivel mundial como lugar privilegiado para la astronomía, e importantes instituciones internacionales establecieron sus observatorios en el norte del país. Se estima que Chile actualmente concentra el 40% de la capacidad de observación astronómica a nivel mundial y se espera que a fines de esta década este número alcance el 70% con el inicio de las operaciones de tres megaproyectos astronómicos actualmente en construcción.
El gigantesco telescopio que llega a Atacama
El diseño del Telescopio Gigante de Magallanes (GMT por sus siglas en inglés) comenzó en 2004, impulsado por la Carnegie Institution for Science (EE.UU), la Universidad de Harvard, entre otras instituciones académicas. Actualmente en construcción en el cerro Las Campanas de la Región de Atacama, es un proyecto ambicioso con un telescopio hasta 200 veces más grande que los existentes, que utilizará siete de los espejos más grandes del mundo en búsqueda de planetas fuera del Sistema Solar.
Miguel Roth, representante emérito del Telescopio, explica que se eligió a Chile como Estado anfitrión porque en el hemisferio sur no hay otro lugar con características comparables. “La calidad del cielo de Chile es un hecho fundamental, no vas a invertir miles de millones de dólares en un sitio que no te va a dar las mejores condiciones que puedas obtener. Pero aparte de eso, hay una tradición de telescopios en Chile y a lo largo de los años el Estado ha apoyado la instalación de telescopios y ha apoyado la actividad astronómica en general”, apuntó.
La gestión del proyecto está en manos de la Corporación GMTO (Giant Magellan Telescope Organization), un consorcio internacional formado por 14 instituciones de investigación que representan a Australia, Brasil, Corea del Sur, Taiwán y Estados Unidos. De los 2.540 millones de dólares presentados a la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos (NSF), el Telescopio Magallanes Gigante ya ha comprometido más de 850 millones. Se proyecta que la “primera luz”, como le dicen a las primeras imágenes que logra capturar el telescopio, sea para comienzos de la década de 2030.
El mayor telescopio de luz visible estará en Antofagasta
Más allá de la calidad de los cielos de Chile y la institucionalidad presente en el país por más de seis décadas, hay otros aspectos que las instituciones extranjeras tienen presente a la hora de elegir al país como base de sus próximos proyectos de observación. “Chile exime del pago de impuestos a la importación de instrumentación astronómica. Además, es uno de los pocos países en el mundo que cuenta con una norma para la contaminación lumínica, con exigencias especiales en las declaradas áreas de protección para la investigación astronómica”, destacó Luis Chavarría, representante del Observatorio Europeo Austral en Chile.
El Observatorio Europeo Austral o ESO por sus siglas en inglés, es una organización intergubernamental de 16 Estados miembros que contribuyen con un porcentaje de su PIB para su financiamiento. El inicio de la relación entre la organización y Chile se remonta a 1963, y a la fecha operan en el país importantes observatorios como Paranal, La Silla y ALMA, junto a sus socios internacionales. Al año, invierten $23 mil millones de pesos en Chile, principalmente en la contratación de servicios. Además, cuentan con más de 280 trabajadores, donde el 60% trabaja en las regiones de Coquimbo y Antofagasta, y la mayoría de estas contrataciones son en áreas técnicas e ingenieriles.
En 2005 comenzaron los planes para desarrollar el Telescopio Extremadamente Grande (ELT, por sus siglas en inglés), que tendrá un espejo principal de 39 metros (en comparación, una cancha de basquetbol mide 29 metros de largo) y será el mayor telescopio de luz visible del mundo. De acuerdo a la planificación actual, se prevé que el ELT funcione por al menos treinta años.
En total, la ESO ha invertido 1.500 millones de dólares en la construcción del proyecto y se espera que sus primeras observaciones sean en 2028. La organización estima que el costo operacional será de un poco más de 50 millones de euros y, si bien, actualmente invierten un poco más 3 mil millones de pesos al año en compras en la Región de Antofagasta, lo más probable es que este monto aumente con la entrada en operación del ELT.
Coquimbo y la mayor cámara digital mundial
La operación de estos megaproyectos de observación sin duda ha tenido un impacto económico en la zona, producto del desarrollo de una gama de servicios en torno a su funcionamiento. Lo anterior lo confirma Alejandra Voigt, vicepresidenta y directora en Chile del Observatorio AURA (AURA-O), con presencia en el país desde 1961, que cuenta con más de 20 telescopios astronómicos en Chile y que está al mando de la construcción del proyecto Vera C. Rubin, una mega instalación de observación que contará con la cámara digital más grande del mundo.
“La prestación directa de servicios se ha ido sofisticando en la zona donde operan los observatorios. Pero además, se van generando otras cosas como hotelería, restaurantes y el astroturismo, que ha sido explosivo alrededor de los observatorios, porque tienen el sello de calidad del cielo. Ellos ofrecen un servicio que está garantizado porque los grandes telescopios del mundo están instalados en su comuna”, comentó.
El Observatorio AURA (AURA-O) representa en Chile a la Asociación de Universidades para la Investigación en Astronomía (AURA, por sus siglas en inglés) y cuenta con un presupuesto anual de 150 millones de dólares para sus operaciones en el territorio nacional, donde cerca de la mitad se destina a sueldos. Del total de sus trabajadores, un 80% están en la Región de Coquimbo y la menor parte son astrónomos, sólo alrededor de un 15%. El resto de la inversión para operación, se destina a convenios comerciales con contratistas locales, para servicios como alimentación, mantenimiento, transporte y otros.
El Vera Rubin es un proyecto financiado por la Fundación Nacional para la Ciencia (NSF) y la Oficina de Ciencia del Departamento de Energía (DOE) de Estados Unidos, actualmente en construcción en el Cerro Pachón de la Región de Coquimbo. Desde que comenzó su cimentación en 2015, se han invertido cerca de mil millones de dólares, y se espera que en sus 10 años de funcionamiento responda preguntas clave para la astronomía, al capturar imágenes que cubrirán un área de 40 veces el tamaño de la luna llena que permitirán observar enormes franjas del sistema solar aún desconocidas.
El impacto positivo de la astronomía en las comunidades
Estos proyectos que comenzarán a operar dentro de la próxima década, al igual que los actuales observatorios, por ley deben designar un 10% de tiempo de observación a instituciones astronómicas chilenas. Esta especie de royalty, ha permitido una expansión de esta ciencia en Chile y una consolidación de académicos chilenos a nivel internacional.
Pero el impacto que tienen estos proyectos va mucho más allá, puesto a que parte de los abultados presupuestos destinados por estas instituciones internacionales también están destinados a desarrollar proyectos que fomenten la astronomía y las ciencias con las comunidades locales, y a concientizar sobre la importancia de cuidar los cielos en Chile.
El Telescopio Magallanes Gigante desarrolla diversas iniciativas de impacto social, entre ellas destacan la realización de un concurso de arte digital con más de 230 artistas en su primera versión; además de la implementación de programas de educación científica astronómica que han llegado a más de 6.500 estudiantes y 230 profesores. Por su parte, la ESO tiene oficinas de relaciones regionales en Coquimbo y Antofagasta, para realizar proyectos como la entrega de becas a estudiantes de la comuna de Taltal.
Desde el inicio de sus operaciones, a mediados del próximo año, los datos obtenidos por el telescopio Vera C. Rubin serán de libre acceso para la comunidad astronómica chilena. “La gracia de los datos es que serán lo más amigable posible y estarán procesados, para que cualquier persona, con mínimos conocimientos pueda acceder a esos datos y trabajarlos. Para estudiantes de astronomía, física o ingeniería, se va a abrir una fuente de información que hoy no podemos medir”, agregó Alejandra.